miércoles, 26 de octubre de 2016

El Mictlán

Mictlantecuhtli

Mictlantecuhtli en la mitología mexica, zapoteca y mixteca es el dios del inframundo y de los muertos, también era llamado Popocatzin. 
Era el dios de las sombras. Junto con su esposa Mictecacíhuatl, regía el mundo subterráneo o reino de Mictlán. Ejercía su soberanía sobre los "nueve ríos subterráneos" y sobre las almas de los muertos.
Se le representa como el esqueleto de un humano con una calavera con muchos dientes. Asociado con las arañas, los murciélagos y los búhos, al ser dibujado se representaba con cabello negro y con ojos estelares o estrellas.
















El Mictlán



Aquellos muertos que no eran elegidos por el Sol o por Tláloc van simplemente al Mictlán, que queda al norte y ahí las almas padecen una serie de pruebas mágicas al pasar por los infiernos.

El Mictlán se le conocía como la morada de la gran mayoría de los humanos fallecidos. Este espacio se encontraba en lo más profundo de los nueve pisos inferiores, situados bajo la superficie de la tierra. El Mictlán recibía también otros nombres que reflejan lo que el hombre prehispánico pensaba acerca de él. Se le designaba: Nuestra casa común, nuestra casa común de perdernos, sitio adonde todos van, el lugar donde de algún modo hay existencia, la región de los descarnados

Al Mictlán iban todos los que morían de muerte natural, sin distinción de personas y sin tomarse en cuenta su comportamiento en la tierra. En el pensamiento de los mexicas, el destino final estaba determinado no por la conducta moral desarrollada en la vida, sino por el género de muerto con que se abandona este mundo. El Mictlán era un obscuro lugar, morada de los ciempiés, los alacranes y las arañas, además de las aves nocturnas. En el mito que describe la creación del hombre, se menciona que Quetzalcóatl bajó al inframundo en busca de los huesos de generaciones pasadas y, al obtenerlos, Mictlantecuhtli ordenó a todos los animales de su reino de oscuridad perseguir al dios civilizador e impedirle culminar su aventura. El epílogo de este hermoso relato describe cómo Quetzalcóatl hizo una mezcla de aquellos viejos huesos con su propia sangre y así dio cuerpo y vida a la humanidad.







¿A dónde van los muertos?


Para los antiguos mexicanos, la muerte no tenía las connotaciones morales de la religión católica, en la que las ideas de infierno y paraíso sirven para castigar o premiar. Por el contrario, ellos creían que los rumbos destinados a las almas de los muertos estaban determinados por el tipo de muerte que habían tenido y no por su comportamiento en la vida.
De esta forma, las direcciones que podían tomar los muertos eran:
El Tlalocan o paraíso de Tláloc, dios de la lluvia. A este sitio se dirigían aquellos que morían en circunstancias relacionadas con el agua: los ahogados, los que morían por efecto de un rayo, los que morían por enfermedades como la gota o la hidropesía, la sarna o las bubas, así como también los niños sacrificados al dios.
El Tlalocan era un lugar de reposo y de abundancia. Aunque los muertos eran generalmente incinerados, los predestinados a Tláloc eran enterrados, como las semillas, para germinar.
El Omeyocan, paraíso del sol, presidido por Huitzilopochtli, el dios de la guerra. A este lugar llegaban sólo los muertos en combate, los cautivos que eran sacrificados y las mujeres que morían en el parto. Estas mujeres eran comparadas a los guerreros ya que habían librado una gran batalla, la de parir, y se les enterraba en el patio del palacio, para que acompañarán al sol desde el cenit hasta su ocultamiento por el poniente. Su muerte provocaba tristeza y también alegría, ya que, gracias a su valentía, el sol las llevaba como compañeras. Dentro de la escala de valores mesoamericana, el hecho de habitar el Omeyocan era un privilegio.
El Omeyocan era un lugar de gozo permanente, en el que se festejaba al sol y se le acompañaba con música, cantos y bailes. Los muertos que iban al Omeyocan, después de cuatro años, volvían al mundo, convertidos en aves de plumas multicolores y hermosas.
Morir en la guerra era considerada la mejor de las muertes por los aztecas. Por incomprensible que parezca, dentro de la muerte había un sentimiento de esperanza, pues ella ofrecía la posibilidad de acompañar al sol en su diario nacimiento y trascender convertido en pájaro.
El Mictlán, destinado a quienes morían de muerte natural. Este lugar era habitado por Mictlantecuhtli y Mictacacíhuatl, señor y señora de la muerte. Era un sitio muy oscuro, sin ventanas, del que ya no era posible salir.
El camino para llegar al Mictlán era muy tortuoso y difícil, pues para llegar a él, las almas debían transitar por distintos lugares durante cuatro años. Luego de este tiempo, las almas llegaban al Chignahuamictlán, lugar donde descansaban o desaparecían las almas de los muertos. Para recorrer este camino, el difunto era enterrado con un perro, el cual le ayudaría a cruzar un río y llegar ante Mictlantecuhtli, a quien debía entregar, como ofrenda, atados de teas y cañas de perfume, algodón (ixcátl), hilos colorados y mantas. Quienes iban al Mictlán recibían, como ofrenda, cuatro flechas y cuatro teas atadas con hilo de algodón.
Los niños tenían un lugar especial llamado Chichihuacuauhco, donde se encontraba un árbol de cuyas ramas goteaba leche, para que se alimentaran. Los niños que llegaban aquí volverían a la tierra cuando se destruyese la raza que la habitaba. De esta forma, de la muerte renacería la vida.



Etapas del Mictlán

APANOHUAIA “DONDE SE PASA EL RIO” 
Los muertos llegan a la orilla de un río caudaloso que deben atravesar, con la ayuda de su perro xolotzcuintle, los perros esperan a sus amos a la orilla del río. 


TEPETL MONANAMICYAN “LUGAR DONDE LOS CERROS CHOCAN ENTRE SÍ” 
Dos cerros se abren y cierran continuamente, los difuntos deben pasar rápidamente cuando están abiertos para no ser triturados. 


ITZTEPETL “CERRO DE NAVAJAS” 
El muerto pasa por un cerro cubierto de filosos pedernales que desgarran la carne a los viajeros. 



ITZEHECAYAN “LUGAR DEL VIENTO DE OBSIDIANA” 
En esta etapa pasan por un lugar de vientos helados que cortan como puntas de pedernal y el clima es muy extremo.

PANCUECUETLACAYAN “LUGAR DONDE HACEN MUCHO RUIDO LAS BANDERAS Y LOS CUERPOS FLOTAN” 
Los muertos están a merced de los vientos y le cuesta mucho esfuerzo avanzar. 


TEMIMINALOYA “LUGAR DONDE LA GENTE ES FLECHADA” 
Aquí hay un dios que recoge las flechas perdidas por los guerreros y acosa a los difuntos con ellas, el muerto debe evitar ser flechado para no desangrarse. 


TEOCOYLCUALOYA “LUGAR DONDE EL JAGUAR SE COME EL CORAZÓN DE LA GENTE” 
El jaguar, animal identificado con Tezcatlipoca se dedica a devorar los corazones de los viajeros que para evitarlo, entregan una piedra de jade los personajes importantes, y cualquier piedra la gente común para simular el corazón. 


ITZMICTLAN APOCHCALOCA “LUGAR DONDE SE ENCEGUECEN EN EL CAMINO DE LA NIEBLA” 
Lugar sin chimenea, donde los viajeros no podían ver y perdían el camino. 


MICTLAN “EN LA REGIÓN DE LOS MUERTOS” 
Final del camino donde las almas encontraban el descanso eterno y se liberaba la“Tetonalli” (alma) después de cuatro años de viaje, aquí reinaban “Mictlantecuhtli” y “Mictecacíhuatl”, señores de la muerte. 
Los muertos llegaban a este sitio con ofrendas para ser aceptados por la pareja y los demás dioses del Inframundo. 







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